Economía Circular. Oportunidades y Claves para la Agricultura Española.

economia circular

Hoy nos acerca su experiencia y visión David Uclés Aguilera, un economista especializado en economía agroalimentaria con una extensa carrera vinculada principalmente al campo de la investigación y el análisis económico.

Actualmente, es el Director del Servicio de Estudios y Publicaciones de Cajamar donde lleva adelante la coordinación y elaboración de informes socioeconómico relacionados con el sector agroalimentario y la economía social. Como también, formación a directivos de empresas agroalimentarias.

Las olas que mueven sus pensamientos hacen base en su blog personal Capeando el temporal

Sin más presentaciones. Los invito a leer detenidamente sus respuestas, porque en cada una de ellas encontrarás elementos y conceptos claves para poder aplicarlos en tu actividad profesional o empresa. Gracias David por compartir valor. 

Vamos a ello!  

La economía circular se ha situado en el epicentro del debate de la noche a la mañana, parece que todo llevaba el apellido sostenible. Pero ¿Es compatible el crecimiento exponencial de alimentos que se requiere para el 2050 y el desarrollo sostenible?

El desarrollo sostenible es, en realidad, una meta utópica: no se puede vencer al segundo principio de la termodinámica. Con nuestro nivel de población actual, lo más que podemos aspirar a ser es lo más sostenibles posible.

Y hay muchos frentes sobre los que actuar para conseguirlo: está la agricultura, por supuesto, pero también la movilidad y el transporte de mercancías, la industria, la producción de energía, el urbanismo y la arquitectura, los comportamientos individuales y un larguísimo etcétera. Además, dado que hasta ahora hemos realizado esfuerzos relativamente pequeños, es muy posible que los efectos de los que realicemos desde ahora sean muy grandes.

Pero regresando a tu cuestión, me voy a permitir el lujo de descomponerla en dos partes: ¿tenemos que lograr un crecimiento exponencial de la cantidad de alimentos producida? Sinceramente, no creo. La transición demográfica[1] se está completando en la mayor parte de los países y eso significa que los crecimientos de población se van a ir conteniendo poco a poco. A ello va a contribuir el acelerado ritmo de urbanización del planeta.

Así que, por un lado, tendremos menos población de la prevista inicialmente y, por otro, si logramos reducir el desperdicio alimentario que se produce en todas y cada una de las fases de la cadena de producción y distribución, necesitaremos menos alimentos para satisfacer a todos los habitantes,

En cualquier caso, habrá que producir más alimentos para satisfacer la demanda de los 8.600 millones que ahora estima la ONU para 2050.

La segunda parte de la pregunta sería ¿cómo afectará a la sostenibilidad este aumento necesario? La respuesta corta es que obviamente, en la medida que ocupemos nuevas tierras para cultivar, usemos más agua dulce para regar, más insostenible será el sistema.

Creo que la clave es que debemos hacer más sostenible el sistema, a la vez que más eficiente (para no tener que expandir en demasía la superficie dedicada a cultivos). Esto no es sencillo, se parece a la cuadratura del círculo. Pero una mezcla de mejores prácticas de cultivo, uso de tecnología (aquí la denominada agricultura inteligente debe jugar un papel protagonista), y también cambio en las pautas de consumo de las personas, con una menor ingesta de proteína cárnica.

Como he dicho, esto no es sencillo, pero creo que es posiblemente la única posibilidad de alimentar al mundo sin acabar con él.

[1] La transición demográfica es el proceso de transformación desde una demografía antigua (tasas de natalidad y mortalidad elevadas) a una moderna (tasas de mortalidad y natalidad bajas). Como la tasa de mortalidad tiende a reducirse más rápidamente que la de natalidad, hay un tiempo en el que la población “explota”.

¿Cuáles son las oportunidades, según tu experiencia, que ofrece la economía circular desde el ámbito social, medioambiental y económico?

Hace unos años tuve la oportunidad de intervenir en un acto de un grupo ecologista con una conferencia que titulé “Las crisis superpuestas”.

En dicha charla argumentaba que sufríamos una crisis financiera (acababa de explotar la crisis de las subprime y estaba estallando la burbuja inmobiliaria española), una crisis económica, una crisis social (no solo relacionada con la economía sino también con los efectos a largo plazo de la digitalización creciente) y, en la base de todo ello una crisis ecológica.

Nuestra capacidad de adaptación y nuestra tecnología nos han convertido en una de las especies con mayor capacidad de afectar de manera global a los sistemas vivos del planeta. Hemos perturbado la mayor parte de los grandes ciclos de la Tierra. Afortunadamente, estamos tomando conciencia de ello y estamos comenzando a cambiar nuestros comportamientos.

La economía circular es una de las soluciones que hemos puesto encima de la mesa. Y no es nueva, es el sistema con el que los humanos han convivido la mayor parte de su historia desde que nacieron en África. El problema es que ya no podemos practicar el mismo modelo de entonces: no somos cazadores-recolectores, ni vivimos en grupos reducidos, ni somos unos pocos miles.

Hay que volver a crear círculos cerrados de energía y materiales, y debemos hacerlo utilizando de manera intensiva el conocimiento que hemos acumulado en nuestro desarrollo.

Concretando en tu pregunta: en el ámbito social, la economía circular tiene el potencial de crear nuevos nichos de empleo y puede contribuir de forma muy relevante a luchar contra el despoblamiento de las zonas rurales. En el ámbito económico, puede significar la ampliación de la base económica de nuestras sociedades, compensando la pérdida de fuelle del motor demográfico en los países desarrollados.

Y, desde el punto de vista medioambiental, como ya comenté antes, sin duda es la única manera de acercarnos al ideal de la sostenibilidad.

Podrías indicar 5 claves para integrar el modelo de consumo actual en la economía circular

Creo que no sería bueno que integráramos el modelo de consumo tal cual. Hay que cambiarlo, debemos pasar de un modelo de comprar, usar y tirar a otro en el que las cantidades compradas se ajusten más a las necesidades de consumo, en el que el tirar se convierta en el último recurso y en el que se incorporen las palabras reutilizar y reciclar.

A partir de ahí, las claves que se me ocurren para lograr que funcione un modelo de economía circular serían estas:

– Cierre de la mayor parte de los flujos de materiales: convertir los residuos y subproductos en materias primas para nuevos procesos (en la vertiente primaria eso es bioeconomía).

Desarrollo de nuevas tecnologías para el aprovechamiento de lo que hoy son subproductos o residuos no utilizables (esto requiere mucha inversión en investigación).

Desarrollo de nuevos materiales, más duraderos y más

– Diseño modular de los productos, permitiendo actualizaciones, reparaciones y sustituciones de piezas para evitar el cambio del producto completo a la primera avería.

Una agricultura y ganadería más conscientes con el uso de los recursos naturales (tierra y agua) y más ajustada en el uso de todos los insumos, evitando en la medida de lo posible la salida de lixiviados y aumentando las tasas de reutilización de sus subproductos (de nuevo la bioeconomía).

¿Consideras que la bioeconomía es una oportunidad para modernizar el tejido productivo agroalimentario español?

No se si para modernizarlo, ya que proceso de modernización entendido como la adopción de mejores técnicas de cultivo y la adopción de nuevas tecnologías. Pero sí estoy seguro que es un proceso clave para lograr avanzar en la sostenibilidad del sector, en la mejora de los niveles de renta de las poblaciones rurales y en la diversificación de la economía española.

Es también una necesidad a nivel planetario: no podemos seguir derrochando de la forma en que lo hacemos los recursos.

¿El cambio climático es un reto para la economía agrícola española? ¿Son compatibles nuestros actuales modelos socioeconómicos con las amenazas reales del cambio climático?

Sí, sin duda que el cambio climático es un reto para la agricultura española. Los modelos predicen, además, que nuestro país va a ser afectado de forma directa con menores lluvias, más episodios de sequía y con una polarización de las estaciones, con transiciones más rápidas entre el invierno y el verano.

A nadie se le escapa que para un país de producciones agrarias tan variadas como el nuestro, y tan dependiente del agua a causa de nuestro clima mediterráneo, un empeoramiento de las condiciones climáticas en las direcciones que se se señalan pueden poner en riesgo una gran cantidad de ecosistemas agro ganaderos.

Debemos, en este sentido, ir preparándonos para ese futuro, adoptando medidas de mitigación pero, sobre todo, medidas de adaptación.

Respecto a la compatibilidad de los modelos socioeconómicos con el cambio climático, es más que probable que los primeros estén influyendo de manera decisiva en el segundo. A estas alturas, lo que debemos plantearnos es qué tipo de cambios debemos introducir en nuestros modelos económicos para reducir en la medida de lo posible nuestra contribución al proceso de cambio climático.

El gran problema es que este es un fenómeno que trasciende fronteras y que se ve alentado por actividades a lo largo y ancho del mundo. Así que o hay un gran acuerdo por parte de los gobiernos para ponerse en marcha ya, o hay un gran acuerdo por parte de los consumidores para evitar productos que repercutan de forma lesiva en el clima. Y las dos cosas son tremendamente complicadas.

Se habla mucho en España de la despoblación rural. Según tu parecer ¿Cuál es su coste económico?

No soy capaz de medirlo, pero sí que le podemos poner nombres. El abandono de amplias zonas que llevan “domesticadas” muchos siglos (en cierta forma, todo el mediterráneo ha sido antropizado) provoca que muchos de los ecosistemas ya no pueden volver a su estadio prehumanidad.

Muchos bosques han estado siendo manejados por comunidades humanas desde tiempo inmemorial: se han llevado a cabo labores de limpieza, labores para favorecer la infiltración de las lluvias, pastoreo y un largo etcétera.

El abandono de estos espacios conduce a un asilvestramiento de dichos paisajes que no a una recuperación de los ecosistemas primigenios, con los consiguientes riesgos de incendios, pérdidas de suelo (las terrazas y balares abandonados terminan por derrumbarse), menos infiltración de agua y un largo etcétera.

Muchos de esos etcéteras son lo que se consideran servicios ecosistémicos y, aunque no se intercambian en ningún mercado, tienen efectos positivos sobre elementos que sí son objeto de intercambio económico y que, por lo tanto, afectan a la riqueza y a la eficiencia de la economía. Sin mencionar que cada paisaje, cada especie, cada sistema biológico tiene un valor de existencia, se le ponga o no una cantidad dineraria como añadido.

¿Las frutas y hortalizas españolas tienen una economía débil frente a terceros países? ¿Cuáles son sus causas?

¿A qué llamamos una economía débil? Creo que hay muchos subsectores diferentes en el gran conjunto de las frutas y hortalizas. Y dentro de esos subsectores hay también muchas realidades empresariales distintas. Si consideramos el sector hortofrutícola protegido del litoral andaluz, desde la crisis ha tenido un desarrollo inesperado.

Recuerdo que antes del estallido de la burbuja se hablaba en Almería de un sector maduro, de crecimiento lento y poco atractivo para la inversión. Y hoy vemos que la superficie sigue creciendo en todo ese litoral, que las producciones también crecen y que los fondos de inversión internacionales han comenzado a fijar posiciones en el mismo.

Si hablamos de los cítricos, es cierto que en la campaña anterior se produjo un descenso de las cotizaciones muy importante, pero de nuevo la crisis afectó por barrios. La zona levantina lo sufrió más que la andaluza, y dentro de estas generalidades de nuevo hay diferencias.

Lo que sí es común a casi todo el sector alimentario en fresco es que la distribución ha mutado creando verdaderos gigantes que acumulan un enorme poder de mercado y que al mismo tiempo participan en un mercado de gigantes en el que los precios de los alimentos forman parte principal de la estrategia de marketing de estas empresas.

Si seguimos empeñados en “hacer la guerra” con arcos y flechas mientras otros la hacen con rifles y cañones, el desenlace está cantado…

Puedes compartir 3 ejemplos de Economía colaborativa en el sector agroalimentario.

Hay muchos ejemplos de ello:

La Asociación Grupo Fashion, creada por varias empresas para ofrecer semillas sin pepitas de calidad durante la mayor parte del año.

Otro ejemplo de economía colaborativa se produjo cuando la planta de campofrío en Burgos quedó arrasada. La empresa pudo seguir haciendo frente a sus compromisos gracias a la ayuda de empresas que hasta unas semanas antes eran competencia. Y aquí casi todos los protagonistas son SL y SA.

Otro ejemplo interesante, que trasciende al propio sector agroalimentario, es el propio grupo cooperativo cajamar. La mayoría de sus integrantes son cooperativas de crédito de origen rural, algunas nacidas como secciones de crédito de cooperativas agrícolas que inicialmente ofrecían sus servicios financieros a las cooperativas y agricultores socios y que hoy se ha convertido en una de las entidades más importantes del país.

Antonio Domene

Me llamo Antonio Domene, soy teleco, apasionado por la innovación agroalimentaria. Estoy aquí, en este genial espacio que me ofrece el blog, para contarte mi experiencia.



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